domingo, 22 de marzo de 2020
Crisis de la Cuarentena y de los 40's
No sé cómo, pero acabo de terminar dando clic en este viejo blog mío que ya había olvidado y en el que no escribo desde hace varios años, justo en plena cuarentena por el Coronavirus. Releí todo lo que he escrito y me acordé de lo feliz que me hacía escribir. Me gustaba esa yo. Y en esta actual crisis mundial (y, en cierto modo, en mi propia crisis de los 40's), suena prudente preguntarse si actualmente me gusta esta que soy y si, de hecho, valdría la pena escribir sobre ello para averiguarlo.
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Crisis de los 40's
viernes, 26 de abril de 2013
viernes, 22 de febrero de 2013
Vendedora.
Me fumo
un cigarro, el viento sopla.
Conduzco sin destino y sin señales.
Me detengo a veces; hay piedras en el camino.
Luego acelero, me pierdo, me voy.
Hace meses decidí dejar mi oficio.
No lo extraño, pero la costumbre traiciona de repente.
A las ocho en punto llegaba a ese bar.
A las nueve en punto llegabas tú.
Mientras bailaba, te observaba.
Me sabía bella y eso te desquiciaba.
Cansado de ese juego esperabas que llegara.
Y, entonces, eras tú quien me miraba. Y me invitabas.
Brindábamos esa sensación extraña.
Luego de un par de melodías, me secuestrabas.
No puedo decir que me obligabas: me excitaba.
Y entrábamos a cualquier hotel, realmente no importaba.
Noche tras noche me adorabas y me llevabas.
Una de tantas te entregué mi corazón. Y mi alma.
Confiado, también te apasionabas, te embelesabas.
Y un día. Un día faltaste a la cita tan acostumbrada.
Te faltó valor. Me sobraron ganas.
Hoy no sé a dónde voy, pero me salieron alas.
Voy sin corazón. Ya no me hace falta.
Lo vendí a un buen comprador que no le duró nada.
Pero no me quejo: me dejó muy bien pagada.
Después de todo, soy de la vida fácil, de la vida plana.
Soy una prostituta que vende corazones a quien le venda su alma.
Conduzco sin destino y sin señales.
Me detengo a veces; hay piedras en el camino.
Luego acelero, me pierdo, me voy.
Hace meses decidí dejar mi oficio.
No lo extraño, pero la costumbre traiciona de repente.
A las ocho en punto llegaba a ese bar.
A las nueve en punto llegabas tú.
Mientras bailaba, te observaba.
Me sabía bella y eso te desquiciaba.
Cansado de ese juego esperabas que llegara.
Y, entonces, eras tú quien me miraba. Y me invitabas.
Brindábamos esa sensación extraña.
Luego de un par de melodías, me secuestrabas.
No puedo decir que me obligabas: me excitaba.
Y entrábamos a cualquier hotel, realmente no importaba.
Noche tras noche me adorabas y me llevabas.
Una de tantas te entregué mi corazón. Y mi alma.
Confiado, también te apasionabas, te embelesabas.
Y un día. Un día faltaste a la cita tan acostumbrada.
Te faltó valor. Me sobraron ganas.
Hoy no sé a dónde voy, pero me salieron alas.
Voy sin corazón. Ya no me hace falta.
Lo vendí a un buen comprador que no le duró nada.
Pero no me quejo: me dejó muy bien pagada.
Después de todo, soy de la vida fácil, de la vida plana.
Soy una prostituta que vende corazones a quien le venda su alma.
Me detuve a veces, pero las piedras ya no paran nada.
Luego acelero, me pierdo, me voy...
Luego acelero, me pierdo, me voy...
viernes, 8 de febrero de 2013
Carta a mi ego.
Sé
que piensas que aún te sueño, que aún te anhelo.
Yo hago todo porque pienses que sí.
¿Sabes? Lo sé hacer muy bien.
Tanto, que esta vez me has mirado con el desdén de siempre.
Sí, crees que no me doy cuenta, me ignoras como si fuera cierto.
Armas las cosas como si la culpable fuera yo.
Pero disfruto elevarte el ego.
y cuán difícil ha sido la vida para ti; cuánto te han herido.
Me regocijo cuando abordas a los demás y les cuentas cuentos.
Les das ejemplo sobre ti y les dices que no, que tú eres diferente.
Son las demás, las otras incautas las que no han sabido apreciarte.
Estás seguro que un día llegará tu princesa a adornar tu reino,
esa que sea fiel, que no se burle de ti y que te ame por lo que eres, que ya es mucho.
Y es que no entiendes por qué alguien como tú está sólo, si tú eres tan honesto…
Escribes historias fantasiosas que deseas vivir, y la esperas.
Te sientes dolido por aquella que te dejó, y juras que no volverá a pasar.
Día a día pruebas a las doncellas, una que otra te atrapa, pero luego las dejas.
No, ninguna atina lo que anhelas, lo que sueñas. Están huecas.
Y nadie a tu alrededor entiende por qué viajas sólo, sin estrellas.
Si eres tan buen partido, tan noble, el hombre que siempre deseó papá.
Pero es que mamá no tiene paciencia. Ella manda. Y no te entregas.
Pero es que no tienes tiempo. ¿Qué no entienden? Esta vida está llena de responsabilidades y de sacrificios.
Y te escudas ante eso. Bien.
No tienes tiempo para el amor, pero sí para reclamarle porqué te abandonó.
Añoras ver la luna, pero no te alcanza la vida para mirar hacia donde está.
Bueno, ése es tu discurso.
Y tú, desconcertado, te quejas y las odias. Ellas se lo pierden, ya llegará otra.
Pero en el fondo no las olvidas, a una en particular. Sueñas con ella, pero sabes que no volverá jamás.
Y en cada esquina encuentras sustituta, pero luego la comparas con la que tenías
y te das cuenta de que sales perdiendo, y te lo reprochas. Y se lo reprochas.
Me odias porque por mi estúpida existencia las otras se van, te dejan.
Me desdeñas porque gracias a mí, tú no eres lo que los demás creen, lo que tú crees.
Te he echado a perder tus planes. Te he tirado la cortina del teatro que mantenías.
Por eso no te reprocho tu desprecio. Sé que es necesario sentirlo para ti.
Sé que te hace bien pensar que yo soy la mala y tú el príncipe defraudado.
No me gusta perder el tiempo. Menos cuando se trata de ti.
Y hoy he elevado tu ego hasta la estratosfera. Me gusta ver como te haces el digno, como si la que tuviera que avergonzarse fuera yo.
Yo me divierto.
No es que me burle, sólo que me da fuerza confirmar lo que presiento:
Tú nunca fuiste nadie, sólo fuiste mi invento.
Y yo, yo te dejaré creerlo.
Ante todos pregonas que no te hace falta nada, y en tu lecho sólo te dedicas a llorar.
Buscas respuestas inconclusas en la oscuridad de la noche y, cuando alumbra, te vas a ocultar.
Retas descaradamente a la pasión y, cuando al fin estás a un beso de ella, te das la vuelta y te quejas de que eso a ti no se te dio.
Quieres ser un hombre feliz y, cuando la felicidad está ante ti, en ella, huyes y dices que la vida es ingrata porque a ti no te da lo que más añoras, lo que te mereces.
A veces vienes a su mente y juega a hacerte sentir importante, pues también tiene su orgullo y sabe que, de una forma u otra, aún sigue en alguna parte de ti.
Le gusta que pienses en ella, aunque sólo sea para maldecirla y reprocharle.
Pero sabes, lo sé, que nunca nadie podrá igualar mi lugar.
Y es que yo, bien que lo sabes, fui de una vez y no volveré a pasar.
Lo sabes cuando te haces el ofendido y me quieres hacer sentir mal.
Y sé que lo haces porque en el fondo me quieres hacer pagar por haberme conocido.
Me quieres cobrar por haberme amado, porque sabes que después de mí será difícil el camino del amor.
Tú me intentarás demostrar que no. Me presumirás como nunca lo enamorado que estás y que te has encontrado a la mejor mujer del mundo. Mejor, incluso, que yo.
Y harás lo posible por creértelo.
Y más me odiarás cuando comprendas que lo que te digo será verdad.
Por eso no te culpo. Te compadezco. Y si logras superarlo, lo premio.
Sólo de una forma lo harías: superando tus miedos.
Y que cuando tengas el amor contigo, ¡con un demonio!, aprécialo.
No lo dejes ir, no pienses que no lo mereces, no hagas caso a los rumores, no te sientas culpable. No lo lastimes y no lo ignores.
Pero no te culpo, no te echo más leña sobre el fuego de tu cabeza.
Suficientes tienes; yo sólo te observo desde la azotea.
Y por eso elevo tu ego, esperando que caigas y veas lo que te rodea.
Mañana no quisiera llorar sobre tu féretro y haberme callado estas sentencias.
Por eso hoy te las digo, de frente, qué más da si con esto más te alejas.
No seré el chivo expiatorio de tu verdad. No seré el medio que te permita encontrarte a ti mismo. No seré la mujer que te traiga malos recuerdos.
No seré esa a la que humillas sólo porque eso te hace sentir a ti menos peor.
Con esta carta te estoy diciendo que, por fin, he logrado finiquitar tu contrato.
Estas, mis palabras, que alguna vez fueron promesas, las estoy rompiendo delante de ti, en tu cara, y los pedazos que quedan de ellas las estoy lanzando al fuego.
Con estas letras te comunico que el pacto que tenía contigo, lo estoy deshaciendo.
Si esto también lo ignoras y maldices mi maldito atrevimiento por decirte lo que pienso, lo siento. Ya no estaré aquí para darme cuenta de ello.
Aviéntame los demonios que te acechan y que te desgarran por dentro.
Presúmeme tu sonrisa causada por dejar el pasado en un rincón muy desierto.
Yo hago todo porque pienses que sí.
¿Sabes? Lo sé hacer muy bien.
Tanto, que esta vez me has mirado con el desdén de siempre.
Sí, crees que no me doy cuenta, me ignoras como si fuera cierto.
Armas las cosas como si la culpable fuera yo.
Pero disfruto elevarte el ego.
Y
yo te dejo… te dejo que te creas esa historia.
Escucho
atenta cuando a los demás les cuentas cómo has sufridoy cuán difícil ha sido la vida para ti; cuánto te han herido.
Me regocijo cuando abordas a los demás y les cuentas cuentos.
Les das ejemplo sobre ti y les dices que no, que tú eres diferente.
Son las demás, las otras incautas las que no han sabido apreciarte.
Y
sueñas cada noche con el amor eterno, con el verdadero.
Y
piensas que tú te mereces lo mejor, pues siempre has sido bueno.Estás seguro que un día llegará tu princesa a adornar tu reino,
esa que sea fiel, que no se burle de ti y que te ame por lo que eres, que ya es mucho.
Y es que no entiendes por qué alguien como tú está sólo, si tú eres tan honesto…
Sabes
que no cualquiera está a tu altura, por eso buscas a la mujer perfecta para ti.
Y
desde ya la amas, la deseas. Tienes un quinteto que te acecha, pero ninguna te
llena.Escribes historias fantasiosas que deseas vivir, y la esperas.
Te sientes dolido por aquella que te dejó, y juras que no volverá a pasar.
Día a día pruebas a las doncellas, una que otra te atrapa, pero luego las dejas.
No, ninguna atina lo que anhelas, lo que sueñas. Están huecas.
Y nadie a tu alrededor entiende por qué viajas sólo, sin estrellas.
Si eres tan buen partido, tan noble, el hombre que siempre deseó papá.
Pero es que mamá no tiene paciencia. Ella manda. Y no te entregas.
Y
navegas con bandera de abnegado. Es tu destino sufrir –te has dicho-
La
vida siempre ha sido así, pero el amor tiene que estar en un maldito sitio.Pero es que no tienes tiempo. ¿Qué no entienden? Esta vida está llena de responsabilidades y de sacrificios.
Y te escudas ante eso. Bien.
No tienes tiempo para el amor, pero sí para reclamarle porqué te abandonó.
Añoras ver la luna, pero no te alcanza la vida para mirar hacia donde está.
Bueno, ése es tu discurso.
Y
te envuelves en tus propias palabras, y te entretejes con ellas, y te absorben.
Urgido
por vivir el amor más fantástico de tu vida, te faltan huevos cuando lo tienes.
Y
ellas no entienden, no tienen paciencia y se van. Buscan algo real.Y tú, desconcertado, te quejas y las odias. Ellas se lo pierden, ya llegará otra.
Pero en el fondo no las olvidas, a una en particular. Sueñas con ella, pero sabes que no volverá jamás.
Y en cada esquina encuentras sustituta, pero luego la comparas con la que tenías
y te das cuenta de que sales perdiendo, y te lo reprochas. Y se lo reprochas.
Pero
ese reproche yo no lo asumo y aún así me tratas como si fuera culpable.
Yo
te dejo que te creas esa historia. Y te dejo sonreir. Y te mando un beso.Me odias porque por mi estúpida existencia las otras se van, te dejan.
Me desdeñas porque gracias a mí, tú no eres lo que los demás creen, lo que tú crees.
Te he echado a perder tus planes. Te he tirado la cortina del teatro que mantenías.
Por eso no te reprocho tu desprecio. Sé que es necesario sentirlo para ti.
Sé que te hace bien pensar que yo soy la mala y tú el príncipe defraudado.
Y
aún así, no me dejas irte. A veces me mandas mensajes subliminales que no
entiendo, que intento adivinar y no puedo.
Yo
no. Yo los escribo directamente en tu tintero. Si tengo dudas te las pregunto.No me gusta perder el tiempo. Menos cuando se trata de ti.
Y hoy he elevado tu ego hasta la estratosfera. Me gusta ver como te haces el digno, como si la que tuviera que avergonzarse fuera yo.
Yo me divierto.
No es que me burle, sólo que me da fuerza confirmar lo que presiento:
Tú nunca fuiste nadie, sólo fuiste mi invento.
Y
creerás que la historia continuará. Y presumirás a las demás que una mala mujer
que te traicionó está arrepentida, pero como tú eres bien cabrón y no te gustan
esas tonterías, la mandaste al carajo. Y todos te admirarán por eso. Por ser
tan valiente. Por no caer ante los ruegos de una bruja que en el pasado te hechizó.
Se
alegrarán de que tengas dignidad, y una que otra tonta se enamorará de ti por
eso. Hasta que esté en mi lugar.Y yo, yo te dejaré creerlo.
Y
así vas por la vida, buscando el amor eterno sin querer perder tu libertad.
Desesperadamente
llamas a una princesa que te ame y cuando llega no la dejas entrar.Ante todos pregonas que no te hace falta nada, y en tu lecho sólo te dedicas a llorar.
Buscas respuestas inconclusas en la oscuridad de la noche y, cuando alumbra, te vas a ocultar.
Retas descaradamente a la pasión y, cuando al fin estás a un beso de ella, te das la vuelta y te quejas de que eso a ti no se te dio.
Quieres ser un hombre feliz y, cuando la felicidad está ante ti, en ella, huyes y dices que la vida es ingrata porque a ti no te da lo que más añoras, lo que te mereces.
Pero
sólo el tiempo puede ayudar a ubicarte en lo que es cierto.
Será
él quien te entere que esta mujer ya te olvidó por completo.A veces vienes a su mente y juega a hacerte sentir importante, pues también tiene su orgullo y sabe que, de una forma u otra, aún sigue en alguna parte de ti.
Le gusta que pienses en ella, aunque sólo sea para maldecirla y reprocharle.
Pero sabes, lo sé, que nunca nadie podrá igualar mi lugar.
Y es que yo, bien que lo sabes, fui de una vez y no volveré a pasar.
Lo sabes cuando te haces el ofendido y me quieres hacer sentir mal.
Y sé que lo haces porque en el fondo me quieres hacer pagar por haberme conocido.
Me quieres cobrar por haberme amado, porque sabes que después de mí será difícil el camino del amor.
Tú me intentarás demostrar que no. Me presumirás como nunca lo enamorado que estás y que te has encontrado a la mejor mujer del mundo. Mejor, incluso, que yo.
Y harás lo posible por creértelo.
Pero
al pasar el tiempo, te estarás preguntando qué hubiera sido de tu vida si te
hubieses quedado conmigo. Y el saldo que obtendrás no te será favorecedor. Lo
sabes y por eso te molestas, por eso te enojas, por eso te desquitas conmigo.
Me
estás haciendo pagar desde ya por la desdicha que habrás de vivir.Y más me odiarás cuando comprendas que lo que te digo será verdad.
Por eso no te culpo. Te compadezco. Y si logras superarlo, lo premio.
Sólo de una forma lo harías: superando tus miedos.
Y que cuando tengas el amor contigo, ¡con un demonio!, aprécialo.
No lo dejes ir, no pienses que no lo mereces, no hagas caso a los rumores, no te sientas culpable. No lo lastimes y no lo ignores.
Porque
yo soy la piedra que se cruzó en tu camino y te recuerda tu mayor miedo.
Por
eso no soportas mi presencia. Por eso me huyes, me condenas.Pero no te culpo, no te echo más leña sobre el fuego de tu cabeza.
Suficientes tienes; yo sólo te observo desde la azotea.
Y por eso elevo tu ego, esperando que caigas y veas lo que te rodea.
Mañana no quisiera llorar sobre tu féretro y haberme callado estas sentencias.
Por eso hoy te las digo, de frente, qué más da si con esto más te alejas.
No seré el chivo expiatorio de tu verdad. No seré el medio que te permita encontrarte a ti mismo. No seré la mujer que te traiga malos recuerdos.
No seré esa a la que humillas sólo porque eso te hace sentir a ti menos peor.
¿Pero
quién te dijo que ese es mi destino?
A
diferencia de ti, yo sí elijo cómo y con quién quiero vivir.
Y
por si no te has dado cuenta o no te ha quedado claro, con esta carta estoy
poniendo fin a tus dobles mensajes.Con esta carta te estoy diciendo que, por fin, he logrado finiquitar tu contrato.
Estas, mis palabras, que alguna vez fueron promesas, las estoy rompiendo delante de ti, en tu cara, y los pedazos que quedan de ellas las estoy lanzando al fuego.
Con estas letras te comunico que el pacto que tenía contigo, lo estoy deshaciendo.
Si esto también lo ignoras y maldices mi maldito atrevimiento por decirte lo que pienso, lo siento. Ya no estaré aquí para darme cuenta de ello.
Ahora,
aléjate, despréciame y tenme compasión.
Restriégame
en la cara lo extraordinariamente bien que te encuentras y lo feliz que estás
desde que encontraste en ella un nuevo sentimiento.
Anda
y desahoga tu culpa, tu sufrimiento.Aviéntame los demonios que te acechan y que te desgarran por dentro.
Presúmeme tu sonrisa causada por dejar el pasado en un rincón muy desierto.
Ódiame,
reclámame lo que por mi pinche culpa estás sintiendo.
Te
atendería, pero no tengo tiempo.
Así
que vete mucho a la chingada.
Perdón.
jueves, 7 de febrero de 2013
Y, entonces, invéntame.
Y, entonces, invéntame.
Dime palabras que no existen.
Acaríciame como no se puede.
Bésame como no es posible.
Pinta nuevamente mi reflejo.
Vísteme con otro atuendo.
Protégeme de las rapiñas.
Asegúrame en tu pecho.
Libérame de los fantasmas.
Aprópiate de mi Universo.
Te borraré las heridas.
Te curaré ese miedo.
Y esa realidad imaginada
será nuestro mejor invento.
Dime palabras que no existen.
Acaríciame como no se puede.
Bésame como no es posible.
Inventa un nuevo contexto.
Ofréceme otra melodía.Pinta nuevamente mi reflejo.
Vísteme con otro atuendo.
Y entonces róbame.
No me dejes al descubierto.Protégeme de las rapiñas.
Asegúrame en tu pecho.
Y, entonces, invéntame.
Búscame otro cielo.Libérame de los fantasmas.
Aprópiate de mi Universo.
Yo te inventaré también.
Lo haré con mucho esmero.Te borraré las heridas.
Te curaré ese miedo.
Y, entonces, serás otro.
Y los dos seremos eternos.Y esa realidad imaginada
será nuestro mejor invento.
Y, entonces, invéntame
que hoy quiero tenerte de nuevo.
lunes, 28 de enero de 2013
Tengo la buena y la mala costumbre de querer organizar absolutamente todo lo que se cruza en mi camino. Los clósets, los papeles, los libros, la alacena, los archivos de la computadora, los juguetes de mis hijos, el maquillaje, el revistero de las salas de espera de los médcos que visito, la casa de mamá, en fin. Todo.
Igual, en una de esas, también logro organizar mi vida.
Igual, en una de esas, también logro organizar mi vida.
martes, 22 de enero de 2013
La sonrisa de la niña del Metro.
No muchos comprenden mi gusto por viajar sola en cualquier medio de transporte público. Aprovecho cualquier oportunidad para hacerlo porque, quizá, es en esas ocasiones en las que más suelo pensar en los tantos pendientes que llevo puestos y, sobre todo, me entretengo al observar a la gente.
Hoy, en el Metro, me tocó sentarme frente a una joven mamá que llevaba en brazos a su pequeña de no más de 4 años de edad, la cual llevaba puesto un gorro que, al quitarse, dejó descubierta su total calvicie, símbolo casi inequívoco de que se había sometido a quimioterapias para tratar algún tipo de cáncer. También le faltaba su ojito izquierdo y, aunque ambas lucían algo demacradas y cansadas por obvias razones, iban teniendo una plátcia apenas perceptible mientras la mamá se comía a besos a su hija, en una clara muestra de amor infinito e incondicional hacia ella.
Siempre es incómodo que se me queden viendo, por eso evité hacer lo mismo con ellas pero, en una de las ocasiones que voltée fijamente, la niña también lo hizo y me compartió una hermosa y profunda sonrisa, luciendo sus dientes frontales de metal, señal de que, por alguna razón, también los había mudado antes de tiempo.
No pude evitar corresponderle. Fue tan penetrante y sincera la mirada que me regaló, que mis lagrimas empezaron a rodar sin poder parar y, sin más, recé una oración por ella para que, sea cual fuera la enfermedad que tuviese, se aliviase pronto.
Algo acomodó su sonrisa y su mirada dentro de mí, sintiendo casi al instante una inmensa calma y deseando con todas mis fuerzas que cada beso de su madre significara para ella muchos años llenos de motivos para seguir sonriendo.
Hoy, en el Metro, me tocó sentarme frente a una joven mamá que llevaba en brazos a su pequeña de no más de 4 años de edad, la cual llevaba puesto un gorro que, al quitarse, dejó descubierta su total calvicie, símbolo casi inequívoco de que se había sometido a quimioterapias para tratar algún tipo de cáncer. También le faltaba su ojito izquierdo y, aunque ambas lucían algo demacradas y cansadas por obvias razones, iban teniendo una plátcia apenas perceptible mientras la mamá se comía a besos a su hija, en una clara muestra de amor infinito e incondicional hacia ella.
Siempre es incómodo que se me queden viendo, por eso evité hacer lo mismo con ellas pero, en una de las ocasiones que voltée fijamente, la niña también lo hizo y me compartió una hermosa y profunda sonrisa, luciendo sus dientes frontales de metal, señal de que, por alguna razón, también los había mudado antes de tiempo.
No pude evitar corresponderle. Fue tan penetrante y sincera la mirada que me regaló, que mis lagrimas empezaron a rodar sin poder parar y, sin más, recé una oración por ella para que, sea cual fuera la enfermedad que tuviese, se aliviase pronto.
Algo acomodó su sonrisa y su mirada dentro de mí, sintiendo casi al instante una inmensa calma y deseando con todas mis fuerzas que cada beso de su madre significara para ella muchos años llenos de motivos para seguir sonriendo.
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