Tengo la buena y la mala costumbre de querer organizar absolutamente todo lo que se cruza en mi camino. Los clósets, los papeles, los libros, la alacena, los archivos de la computadora, los juguetes de mis hijos, el maquillaje, el revistero de las salas de espera de los médcos que visito, la casa de mamá, en fin. Todo.
Igual, en una de esas, también logro organizar mi vida.
lunes, 28 de enero de 2013
martes, 22 de enero de 2013
La sonrisa de la niña del Metro.
No muchos comprenden mi gusto por viajar sola en cualquier medio de transporte público. Aprovecho cualquier oportunidad para hacerlo porque, quizá, es en esas ocasiones en las que más suelo pensar en los tantos pendientes que llevo puestos y, sobre todo, me entretengo al observar a la gente.
Hoy, en el Metro, me tocó sentarme frente a una joven mamá que llevaba en brazos a su pequeña de no más de 4 años de edad, la cual llevaba puesto un gorro que, al quitarse, dejó descubierta su total calvicie, símbolo casi inequívoco de que se había sometido a quimioterapias para tratar algún tipo de cáncer. También le faltaba su ojito izquierdo y, aunque ambas lucían algo demacradas y cansadas por obvias razones, iban teniendo una plátcia apenas perceptible mientras la mamá se comía a besos a su hija, en una clara muestra de amor infinito e incondicional hacia ella.
Siempre es incómodo que se me queden viendo, por eso evité hacer lo mismo con ellas pero, en una de las ocasiones que voltée fijamente, la niña también lo hizo y me compartió una hermosa y profunda sonrisa, luciendo sus dientes frontales de metal, señal de que, por alguna razón, también los había mudado antes de tiempo.
No pude evitar corresponderle. Fue tan penetrante y sincera la mirada que me regaló, que mis lagrimas empezaron a rodar sin poder parar y, sin más, recé una oración por ella para que, sea cual fuera la enfermedad que tuviese, se aliviase pronto.
Algo acomodó su sonrisa y su mirada dentro de mí, sintiendo casi al instante una inmensa calma y deseando con todas mis fuerzas que cada beso de su madre significara para ella muchos años llenos de motivos para seguir sonriendo.
Hoy, en el Metro, me tocó sentarme frente a una joven mamá que llevaba en brazos a su pequeña de no más de 4 años de edad, la cual llevaba puesto un gorro que, al quitarse, dejó descubierta su total calvicie, símbolo casi inequívoco de que se había sometido a quimioterapias para tratar algún tipo de cáncer. También le faltaba su ojito izquierdo y, aunque ambas lucían algo demacradas y cansadas por obvias razones, iban teniendo una plátcia apenas perceptible mientras la mamá se comía a besos a su hija, en una clara muestra de amor infinito e incondicional hacia ella.
Siempre es incómodo que se me queden viendo, por eso evité hacer lo mismo con ellas pero, en una de las ocasiones que voltée fijamente, la niña también lo hizo y me compartió una hermosa y profunda sonrisa, luciendo sus dientes frontales de metal, señal de que, por alguna razón, también los había mudado antes de tiempo.
No pude evitar corresponderle. Fue tan penetrante y sincera la mirada que me regaló, que mis lagrimas empezaron a rodar sin poder parar y, sin más, recé una oración por ella para que, sea cual fuera la enfermedad que tuviese, se aliviase pronto.
Algo acomodó su sonrisa y su mirada dentro de mí, sintiendo casi al instante una inmensa calma y deseando con todas mis fuerzas que cada beso de su madre significara para ella muchos años llenos de motivos para seguir sonriendo.
lunes, 21 de enero de 2013
Sueños.
¿Alguna vez se han preguntado si son lo que siempre soñaron ser?
Yo ahorita estoy en la fase de decidir si lo que soy es lo que jamás soñé.
Yo ahorita estoy en la fase de decidir si lo que soy es lo que jamás soñé.
viernes, 11 de enero de 2013
Tengo celos.
Cuando la miras y deseo ser yo quien se
refleje en tu mirada.
Cada vez que la mencionas y veo cómo se te ilumina la cara.
Cuando escucho las aventuras que viven cada alborada.
Todo el tiempo que están juntos mientras yo imagino que me abrazas.
Cada vez que la mencionas y veo cómo se te ilumina la cara.
Cuando escucho las aventuras que viven cada alborada.
Todo el tiempo que están juntos mientras yo imagino que me abrazas.
Tengo celos porque sé que te recordaré a ella
cuando leas estas palabras.
martes, 8 de enero de 2013
Anoche hablamos.
Empezaste con mi frente y fuiste deslizándote
lentamente por mis mejillas.
Te detuviste un poco en mi nariz para dar el
siguiente paso: el más importante. No dudaste y eso me gustó.
De una forma sutil, te acercaste sigilosamente a mi boca.
Ahí tenías un beso guardado desde hace tiempo.
Después, hablamos demasiado.
Y luego yo te dije, y bajé ansiosamente a
tu cuello.
Y tú me comentaste, y alcanzaste mis secretos.
Anoche hablamos y, desde entonces, no hemos
guardado silencio.
viernes, 4 de enero de 2013
Vuélveme a inventar.
Vuélveme a
inventar.
Inténtalo.
Invéntame una boca para ofrecerte nuevos besos.
Procura crearme una mirada para decirte, sin palabras, que te quiero.
Inténtalo.
Juega a seducirme
tras las cortinas del tiempo.
Imagina que soy
otra y que me abrazas con otros brazos de los que no me libero.
Vuélveme a inventar
y pon en ello suficiente esmero.
Invéntame una boca para ofrecerte nuevos besos.
Procura crearme una mirada para decirte, sin palabras, que te quiero.
Intenta dibujarme
unas manos nuevas para tocarte sin miedos.
Créame otro corazón
sin las heridas que antaño surgieron.
Si quieres, vende
la otra yo, esa que fue tu primer intento…
Con
lo que te den por ella, cómprame unos zapatos forasteros para caminar por
tu sendero y admirarlo como si fuera la primera vez que lo encuentro.
Adquiere para mí un
perfume que sea más intenso que el que antes llevaba puesto.
Y si encuentras,
regálame también un cuaderno para escribirte nuevos versos.
Invéntame otra vez
y, por favor, no me crees con recuerdos.
Hazme olvidadiza y
tampoco me pongas muchos sentimientos, sólo los necesarios para no olvidar que
tú eres mi refugio, mi universo…
Tampoco me inventes
tiempo. Dibújame infinita, sin inicio, sin final, sólo con momentos.
Momentos para ti,
etéreos.
Vuélveme a inventar
e inventa que te invento, que eres real, que soy de verdad, que nos tenemos.
Y que es cierto.
jueves, 3 de enero de 2013
Búsquedas.
Ayer en la noche me
la pasé buscando un documento que me urgía encontrar. Por más que revolví todos
mis papeles y todo mi cuarto, no di con él. Hoy en la mañana continué con la
búsqueda y, de nuevo, puse de cabeza mis cosas con tal de dar con
el famoso papelito que buscaba. Al fin, vencida, desistí y salí a mi destino
resignada.
Luego, al buscar unas
cosas en mi bolso hace rato, lo primero que vi fue el famoso documento perdido.
Juro que, anteriormente, lo había buscado allí en varias ocasiones.
A veces, así pasa
con las cosas que buscamos en la vida. Solemos buscar desesperadamente en los
lugares en los que, por lógica, deberíamos encontrar eso que deseamos. Pero esa
ansia y prisa por dar con ello hace que, paradójicamente, no las veamos aún
cuando están al alcance de nuestras manos esperando a que seamos capaces de
tomarlas.
Pero con suerte, un
día, nos percatamos que lo que más hemos estado buscando en el mundo siempre ha estado acompañándonos.
miércoles, 2 de enero de 2013
Producir la vida.
Producir la vida, en cambio, significa hacer la mejor película con lo que se tiene, con los personajes y el presupuesto que hay, con el fin de lograr la mejor obra en la que todos queden contentos.
Lo mejor que he aprendido en los últimos años, sobre todo el que acaba de terminar, es que la vida se disfruta más cuando la producimos. Muchas veces, no importa lo que venga ni lo que el corazón crea sentir: lo que importa es lo que uno hace con la vida que tiene y con lo que hace sentir a los demás porque, al final, uno también termina siendo parte de la película que, si la dirigimos bien, cada día puede tener un grandioso final feliz.
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