Empezaste con mi frente y fuiste deslizándote
lentamente por mis mejillas.
Te detuviste un poco en mi nariz para dar el
siguiente paso: el más importante. No dudaste y eso me gustó.
De una forma sutil, te acercaste sigilosamente a mi boca.
Ahí tenías un beso guardado desde hace tiempo.
Después, hablamos demasiado.
Y luego yo te dije, y bajé ansiosamente a
tu cuello.
Y tú me comentaste, y alcanzaste mis secretos.
Anoche hablamos y, desde entonces, no hemos
guardado silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario