martes, 8 de enero de 2013

Anoche hablamos.

Empezaste con mi frente y fuiste deslizándote lentamente por mis mejillas.
Te detuviste un poco en mi nariz para dar el siguiente paso: el más importante.
No dudaste y eso me gustó.
De una forma sutil, te acercaste sigilosamente a mi boca.
Ahí tenías un beso guardado desde hace tiempo.
Después, hablamos demasiado.

Y luego yo te dije, y bajé ansiosamente a tu cuello.
Y tú me comentaste, y alcanzaste mis secretos.

Anoche hablamos y, desde entonces, no hemos guardado silencio.

No hay comentarios: