Ayer en la noche me
la pasé buscando un documento que me urgía encontrar. Por más que revolví todos
mis papeles y todo mi cuarto, no di con él. Hoy en la mañana continué con la
búsqueda y, de nuevo, puse de cabeza mis cosas con tal de dar con
el famoso papelito que buscaba. Al fin, vencida, desistí y salí a mi destino
resignada.
Luego, al buscar unas
cosas en mi bolso hace rato, lo primero que vi fue el famoso documento perdido.
Juro que, anteriormente, lo había buscado allí en varias ocasiones.
A veces, así pasa
con las cosas que buscamos en la vida. Solemos buscar desesperadamente en los
lugares en los que, por lógica, deberíamos encontrar eso que deseamos. Pero esa
ansia y prisa por dar con ello hace que, paradójicamente, no las veamos aún
cuando están al alcance de nuestras manos esperando a que seamos capaces de
tomarlas.
Pero con suerte, un
día, nos percatamos que lo que más hemos estado buscando en el mundo siempre ha estado acompañándonos.
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